Más allá de la Unión Civil
Hace algunos días vi un debate entre los señores Rafael Rey y Carlos Bruce en el que discutían la viabilidad de la ya polémica Unión Civil. Cuando el conductor presentó a ambos introdujo al señor Rey como miembro del Opus Dei, algo que pareció incomodar al susodicho pues supongo que quería evidenciar desde un inicio que su credo no predisponía su juicio. Craso error, no ocultemos aquello en lo que creemos, hagamos todo lo contrario, vayamos con nuestros principios como estandarte dispuestos a demostrar su validez mediante la razón ante cualquiera que guste de interpelarnos; y además, pocos nos creerán el cuento de la imparcialidad.
Se discutió si el proyecto respetaba el marco constitucional, cuando en verdad importa un pito si una iniciativa que se presta a reconocer derechos a un grupo discriminado cuadra o no con un lamentable libro fruto del quebrantamiento de la democracia. Y es que este proyecto de Ley se ha visto superado por su propia naturaleza, sobre el tapete lo que menos importa es su viabilidad en el orden jurídico sino su significación ética, la igualdad de los individuos ante la Ley.
Y porque la igualdad de unos tantos ciudadanos está en discusión, la creación de una nueva figura que trata de asimilarse a la del matrimonio me parece poco aunque un magnífico primer paso. Los defensores de la igualdad hemos de procurar en la brevedad que el matrimonio civil pueda ser celebrado por todos los ciudadanos de esta nación. Una reivindicación que cuesta hacer a estas alturas de la historia, pues quien diría que en los tiempos que corren a los peruanos todavía nos quedaría luchar por cosas tan básicas y elementales.
En cuanto a la Ley, no olvidemos que no es más que la manifestación de convenciones ciudadanas y que por mucha pirámide de Kelsen las constituciones no perderán nunca dicha naturaleza. Así que señoras y señores, preparémonos que el debate y la igualdad nos esperan a la vuelta de la esquina.